La propuesta de reforma de AMLO que plantea la reducción de los integrantes del Congreso de la Unión, entiéndase la Cámara de Diputados y Senado de la República, la desaparición del Instituto Nacional Electoral (INE) y los OPLES en los estados, seguramente será una moneda de cambio a la hora de las negociaciones de las distintas bancadas parlamentarias en San Lázaro. Y es que la reducción del número de diputados federales es una propuesta que data de décadas atrás, y de concretarse, no afectará de ninguna manera a los ciudadadanos ya que muchos de sus diputados no responden a sus necesidades. Hay que decir también que sin diputados plurinominales los partidos minoritarios no tendrán representación alguna y el poder de decisión se concentrará en el partido gobernante, con lo cual no habrá contrapeso a las decisiones gubernamentales. Por otro lado lo que sí es real es que la gran cantidad de diputados federales, 500 para ser precisos, representan una gran fuga de dinero en dieta y burocracia para la atención de personajes que, como ya dijimos, no abonan en nada al mejoramiento de las condiciones de vida y de servicios de los mexicanos.Los diputados responden únicamente a los intereses de sus partidos y ambiciones personales, de ahí que la propuesta del presidente de la república Andrés Manuel López Obrador, se ve con buenos ojos por parte de los ciudadanos, pero seguramente no será avalada, no en su totalidad, por los legisladores ya que significa afectar directamente sus interés y de sus organismos políticos. Y porque decimos que también afecta a sus partidos, porque la iniciativa de reforma propone, entre otros puntos, desaparecer las prerrogativas a los partidos políticos y solo dejar las de campaña, con lo cual se les acaba el negocio al no contar con recursos que les permita vivir de la política, entiéndase del dinero de los ciudadanos. El paquete de reforma electoral incluye también la desaparición del INE y los organismos electorales locales, y que la organización de los comicios tanto locales como federales estén a cargo de un Instituto Nacional de Elecciones y Consultas, el cual suplirá al actual. Obviamente dicho paquete entrará a la cancha de las negociaciones y consensos, y podría resultar que el INE sea sacrificado a cambio de que los partidos mantengan sus privilegios. Así las cosas en el campo de las reformas electorales, donde más de uno ha puesto sus barbas a remojar. Hasta la próxima.